Aparecimos allí un poco por casualidad y resultó ser un descubrimiento. Si tuviera que decir de qué iba todo aquello tendría claro que de dos cosas seguro: comida y gente cool. Básicamente este festival consistía en caravanas de diferentes tipos de comida y bebida, puestos en una pradera en uno de los parques más de moda de Amsterdam: Westerpark. Y la gente iba allí con sus mejores galas (galas de modernos, se entiende) a ver, dejarse ver y, claro está, ponerse ciegos a comer y beber. Creo que nunca he visto a tanto guapo junto. De hecho, llegué a la conclusión de que estaban todos contratados por Urban Outfitters porque ese nivel de guapura y modernismo no era normal. Así que desde mi (privilegiada) posición de invisible woman, me puse morada a gofres con chocolate mientras me dedicaba a observar al personal, todos muy ocupados en no despeinarse el tupé ni perder la pamela en un golpe de viento. Pero nena, nadie dijo que ser cool fuera fácil... Y a mí que me registren.
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